7.6.08

Richard Rorty / Contingencia

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fragmentos del capítulo uno - contingencia, ironía y solidaridad


Hace unos doscientos años comenzó a adueñarse de la imaginación la idea de que la verdad es algo que se construye, en vez de algo que se halla.

Hay que distinguir entre la afirmación de que el mundo está ahí afuera y la afirmación de que la verdad está ahí afuera.
Decir que el mundo está ahí afuera equivale a decir que la mayor parte de las cosas que se hallan en el espacio y el tiempo son los efectos de causas entre las que no figuran los estados mentales humanos. Decir que la verdad no está ahí afuera es simplemente decir que donde no hay proposiciones no hay verdad, que las proposiciones son elementos de los lenguajes humanos, y que los lenguajes humanos son creaciones humanas". La verdad no pude estar ahí afuera -no puede existir independientemente de la mente humana- porque las proposiciones no pueden tener esa existencia, estar ahí afuera. El mundo está ahí afuera pero las descripciones del mundo no. Solo las descripciones - construcciones del mundo (lenguajes) pueden ser verdaderas o falsas. El mundo de por sí -sin el auxilio de las actividades descriptivas de los seres humanos- no puede serlo. La idea de que la verdad, lo mismo que el mundo, están ahí afuera, es legado de una época en la que se veía al mundo como creación de un ser supremo que tenía un lenguaje propio. El mundo no habla, solo nosotros lo hacemos. El mundo, una vez que nos hemos ajustado al programa de un lenguaje, puede hacer que sostengamos determinadas creencias. No obstante, el hecho de advertir que no nos dice cuales son los juegos del lenguaje que debemos jugar, no debe llevarnos a afirmar que es arbitraria la decisión de cuál jugar, ni a decir que es la expresión de algo que se halla en lo profundo de nosotros. La moraleja no es que los criterios objetivos para la elección de un léxico (por tanto de una decripción del mundo), deban ser reemplazados por criterios subjetivos, que haya que colocar la voluntad o el sentimiento en lugar de la razón. Es mas bien que las nociones de criterio y de elección ( incluída la arbitraria) dejan de tener sentido cuando se trata del cambio de un juego del lenguaje a otro. Europa no decidió "aceptar" el lenguaje de la poesia romántica, ni el e la política socialista, ni el de la mecánica galileana. Las mutaciones de ese tipo no fueron un acto de voluntad en mayor medida que el resultado de una "discusión". El caso fue mas bien que Europa fue perdiendo poco a poco el empleo de unos léxicos, y adquiriendo poco a poco otros, con las construcciones que cada uno implicaba. Si logramos reconciliarnos con la idea, de que la realidad es, en su mayor parte, indiferente a las descripciones que hacemos de ella, y que el yo, en lugar de ser expresado adecuada o inadecuadamente por un léxico, es creado por el uso de un léxico, finalmente habremos comprendido lo que había en la idea de que la verdad es algo que se hace más que algo que se encuentra. los lenguajes - descripciones y prospecciones del mundo- son hechos y no hallados, y la(s) verdad(es) es una propiedad de entidades lingüísticas, de proposiciones. La capacidad de redescripción, el hacer posibles e importantes cosas "nuevas" y diferentes, solo resulta posible cuando lo que se convierte en meta, es conformar un repertorio abierto de descripciones alternativas (proyectos del mundo y del yo) y no "la única, verdadera descripción correcta".

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