Las propuestas del arte contemporáneo se deberán construir no a partir de una referencia inamovible, sino con la necesidad de proponer para cada paso, simultáneamente el objeto y su fundamento.
En la experiencia contemporánea, lo estético tiene sobre todo el valor de un paradigma siendo la experiencia estética el modelo más sólido de una construcción débil de la verdad de lo real y por tanto adquieren una posición importante en las referencias y valores de la cultura contemporánea. El mundo del arte aparece como una especie de reserva de realidad, de la cual todavía pueden alimentarse los humanos. No pretende ser una experiencia central desde la cual se pueda deducir la organización de toda la realidad, sino que se produce de una manera débil, fragmentaria y periférica, con capacidad de insinuar, más que de resolver la comprensión intensa de la realidad.
ArqueologíaNacida de la experiencia de lo fragmentario, el término arqueología procede del pos-estructuralismo francés ,básicamente de Foucault y retomado por Jacques Derrida en el análisis literario, sirve para introducir la idea de que no estamos frente a una realidad cerrada , sino frente a un sistema entrecruzado de lenguajes. El estudio de objetos del pasado no puede hacerse por simple acumulación sino que estos se presentan como resultado de un proceso de descomposición de sistemas superpuestos, que no se tocan, que pertenecen a lógicas propias. Asimismo, entonces, el lenguaje es una diversidad que ya no puede ser leída de una manera lineal, pensando que a un significado responde un significante, sino --como dirá Derrida--, se presenta como un magma simultáneamente producido en el cual debe darse el análisis de los procesos de yuxtaposición.
Este modo de pensar tiene una traducción clara en la experiencia de la producción de la forma arquitectónica. Ciertas arquitecturas recientes muestran la experiencia de la superposición. El significado no se construye como un orden, sino a través de piezas que tal vez se toquen , o se acerquen sin tocarse o tal vez nunca se encuentren, pero que se superponen y que imponen su lectura desde la yuxtaposición.
El tiempoPor otra parte, la relación entre arqueología y lenguaje ha introducido en el discurso contemporáneo la novedad de la centralidad de la noción del tiempo. En literatura, James Joyce, Vargas Llosa se presenta precisamente como yuxtaposición, no como sistema cerrado ni acabado. No es el tiempo de la centralidad única del renacimiento ni de la promenade architecturale de LC. Cada vez más la cultura metropolitana nos ofrece tiempos como diversidad.
La diversidad de tiempos en lo que Solá Morales llama Arquitectura Débil se hace absolutamente central convirtiendo la experiencia estética de la obra de arte y en especial de la arquitectura, en “acontecimiento”.
La temporalidad se presenta como un azaroso instante que, guiado por la casualidad, se produce en un lugar y en un momento imprevisible. En ciertas obras de arte contemporáneo la atemporalidad tiene en el acontecimiento su mejor forma de expresión. Lo temporal conecta con la aceptación de la debilidad de la experiencia artística aceptando la verdad de su frágil presencia.
Lo decorativoOtra noción que nos acerca al concepto de arquitectura débil es el de Gilles Deleuze de pliegue que nos dice que lo subjetivo y lo objetivo no son campos distantes sino que por momentos se entrecruzan dando lugar a pliegues de una misma realidad. Y esto constituye para la arquitectura contemporánea muy esclarecedor. Porque el acontecimiento se produce cuando el tiempo del sujeto y el tiempo de los objetos se encuentran y eso ocurre como en un pliegue de sus recorridos propios. Es como un aleteo, un pequeño momento de intensidad poética y creativa.
El conjunto de la precariedad del acontecimiento y del pliegue intempestivo de la realidad es siempre decorativo. En su significado más común, lo decorativo es lo in-esencial, no es sustancia sino accidente. Pero el sentido que aquí quiere darse es lo decorativo como lo que no quiere ser central e imponerse, sino como discreto repliegue a una función que sobrevuela el hipotético fondo de las cosas. Ese reconocimiento de valor tangencial, de cierta debilidad, es posiblemente, su condición de mayor elegancia y en el fondo su máximo peso. Es como el aleteo de la música de una campana que queda luego de sonar. Está ligado al gusto de la poesía después de haberla leído, el sabor de la música después de haberla oído, el recuerdo de la arquitectura después de haberla visto.
“Es la fuerza de la debilidad. Aquello que el arte y la arquitectura son capaces de producir precisamente cuando no se presentan agresivas y dominantes, sino tangenciales y débiles.”
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